Tercer Ciclo de Enseñanza Primaria. 2010-12

Nuestro trabajo. 5º y 6º de E. Primaria



lunes, 28 de febrero de 2011

Es difícil sanar un alma herida ...





En cierta ocasión, un hombre se acercó a Sócrates y le dijo:
-Tengo que contarte algo muy serio de un amigo tuyo.
Sócrates le miró profundamente con sus ojos de sabio y le preguntó:
-¿Ya pasaste lo que me quieres contar por la prueba de los tres coladores?
-¿Qué prueba es esa? -le dijo desconcertado el hombre.
-Si no lo sabes, escúchame bien. El primero de los tres es el colador de la verdad. ¿Estás completamente seguro de que es cierto lo que me quieres contar?
-En realidad, seguro, seguro, no. Creo que es cierto porque lo escuché de un hombre muy serio, que no acostumbra decir mentiras.
-Si eso es así, con toda seguridad que no lo pasaste por el segundo colador. Se trata del colador de la bondad.
El hombre se sonrojó y respondió con timidez:
-Ciertamente que no.
Sócrates lo miró compasivamente y siguió diciéndole:
-Aunque hubieras pasado lo que quieres decirme por estos dos primeros coladores, todavía te faltaría el tercero, el de la utilidad. ¿Estás seguro que me va a ser realmente útil lo que quieres contarme?
-¿Útil? En verdad, no.
-¿Ves? –le dijo el sabio-, si lo que me quieres contar no sabes si es verdadero, y ciertamente no es ni bueno ni provechoso, prefiero que no me lo digas y lo guardes sólo para ti.
Habla sólo lo positivo de los demás para que se sientan aceptados, valorados, respetados. Palabras que animan, que siembran confianza, que tumban prejuicios y barreras, que calientan corazones. La palabra puede herir o animar, desanimar o entusiasmar, ser látigo o caricia. Combate las ideas preconcebidas, borra los prejuicios, limpia las mentes. No juzgues a los demás si no quieres ser juzgado.
Urge una educación que recupere la palabra como comunicación del respeto, la amistad, la verdad. Hoy se miente mucho y sin el menor pudor. La publicidad y la retórica de los politiqueros han hecho de la mentira la clave de su éxito. Vivimos en un mundo de charlatanes, atrapados en el sonido de sus palabras huecas. Por ello, es urgente devolverle a la palabra su valor. Educar para que la palabra sea expresión de vida, compromiso.
Evita toda palabra que hiera, combate con tenacidad la cultura del grito, la ofensa y el chisme. Es muy difícil sanar un alma herida por el maltrato o reparar el buen nombre y la fama pisoteadas por mentiras y chismes:

Había una vez un joven que tenía muy mal carácter y se la pasaba siempre bravo. Un día, su padre le regaló una bolsa de clavos y le dijo que, cada vez que perdiera la paciencia, clavara uno de ellos detrás de la puerta.
El primer día, el muchacho clavó 37 clavos y un número parecido los días siguientes. Poco a poco, a medida que pasaban las semanas, el joven fue aprendiendo a controlar su carácer, pues se convenció que era más fácil dominar su mal genio que seguir clavando clavos detrás de la puerta.
Llegó por fin el día en que no se puso bravo ni una sola vez con lo que ese día no tuvo que clavar ningún clavo detrás de la puerta. Cuando se lo contó feliz a su padre, este le sugirió que, en adelante, cada día que lograra controlarse por completo, arrancara uno de los clavos que había colocado en los días anteriores detrás de la puerta.
Fueron pasando los días y el joven pudo finalmente anunciarle a su padre que ya no quedaban clavos por retirar de la puerta.
Su padre lo tomó de la mano, lo llevó hasta la puerta y le dijo:
-Te has esforzado muy duro, hijo mío, por controlar tu carácter. Te felicito. Pero mira todos esos huecos en la puerta. Ya nunca más será la misma. Cada vez que pierdes la paciencia y tratas a alguien con enojo, dejas cicatrices en su alma, exactamente como las que ves en la puerta. Es verdad que puedes ofender a alguien y luego retirar lo dicho y hasta pedirle disculpas, pero la cicatriz queda en el alma.

domingo, 27 de febrero de 2011

Mañana es 28 de Febrero.













Si cliqueas sobre la palabra ANDALUCÍA, descubrirás tu tierra.


Homenaje a Andalucía

viernes, 25 de febrero de 2011

¡VIVA ANDALUCÍA!

martes, 22 de febrero de 2011

Siempre puedes rectificar.




Hace mucho tiempo, un rey que vivía en Irlanda. En aquellos tiempos, Irlanda estaba dividida en muchos reinos pequeños, y el reino de aquel rey era uno mas entre esos muchos. Tanto el rey como el reino no eran conocidos, y nadie les prestaba mucha atención.

Pero un día el rey heredó un gran diamante de belleza incomparable de un familiar que había muerto. Era el mayor diamante jamás conocido. Dejaba boquiabiertos a todos los que tenían la suerte de contemplarlo. Los demás reyes empezaron a fijarse en este rey porque, si poseía un diamante como aquel, tenía que ser algo fuera de lo común.

El rey tenía la joya perpetuamente expuesta en una urna de cristal para que todos los que quisieran pudieran acercarse a admirarla. Naturalmente, unos guardianes bien armados mantenían aquel diamante único bajo una constante vigilancia. Tanto el rey como el reino prosperaban, y el rey atribuía al diamante su buena fortuna.

Un día, uno de los guardias, nervioso, solicito permiso para ver al rey. El guardián temblaba como una hoja. Le dio al rey una terrible noticia: había aparecido un defecto en el diamante. Se trataba de una grieta, aparecida justamente en la mitad de la joya. El rey se sintió horrorizado y se acerco corriendo hasta el lugar donde estaba instalada la urna de cristal para comprobar por sí mismo el deterioro de la joya. Era verdad. El diamante había sufrido una fisura en sus entrañas, defecto perfectamente visible hasta en el exterior de la joya.

Convocó a todos los joyeros del reino para pedir su opinión y consejo. Solo le dieron malas noticias. Le aseguraron que el defecto de la joya era tan profundo que si intentaban subsanarlo, lo único que conseguirían sería que aquella maravilla perdiera todo su valor. Y que si se arriesgaban a partirla por la mitad para conseguir dos piedras preciosas, la joya podría, con toda probabilidad, partirse en millones de fragmentos.

Mientras el rey meditaba profundamente sobre esas dos únicas tristes opciones que se le ofrecían, un joyero, ya anciano, que había sido el ultimo en llegar, se le acerco y le dijo:

-Si me da una semana para trabajar en la joya, es posible que pueda repararla.

Al principio, el rey no dio crédito alguno a sus palabras, porque los demás joyeros estaban totalmente seguros de la imposibilidad de arreglarla. Finalmente el rey cedió, pero con una condición: la joya no debía salir del palacio real. Al anciano joyero le pareció bien el deseo del rey. Aquel era un buen sitio para trabajar, y aceptó también que unos guardianes vigilaran su trabajo desde el exterior de la puerta del improvisado taller, mientras el estuviese trabajando en la joya.

Aún costándole mucho, al no tener otra opción, el rey dio por buena la oferta del anciano joyero. A diario, él y los guardianes se paseaban nerviosos ante la puerta de aquella habitación. Oían los ruidos de las herramientas que trabajaban la piedra con golpes y frotamientos muy suaves. Se preguntaban que estaría haciendo y que es lo que pasaría si el anciano los engañaba.

Al cabo de la semana convenido, el anciano salio de la habitación. El rey y los guardianes se precipitaron al interior de la misma para ver el trabajo del misterioso joyero.
Al rey se le saltaron las lágrimas de pura alegría. ¡ Su joya se había convertido en algo incomparablemente mas hermoso y valioso que antes! El anciano había grabado en el diamante una rosa perfecta, y la grieta que antes dividía la joya por la mitad se había convertido en el tallo de la rosa.

Así es como Dios nos cura. Trabaja nuestro mayor defecto y lo convierte, y con él a nosotros, en algo hermoso.

lunes, 21 de febrero de 2011

Somos un todo, no lo olvides

















Todos nos necesitamos, tarde o temprano. Todos nos necesitamos, me dice mi tía abuela Encarna. Está mayor, pero todavía hacemos vino de uvas. Me siento feliz con ella, y .......

! Dios mío, cuanto aprendo cerca de ella !
!El tiempo es justiciero y vengador ! ! Siéntate en tu portal, y veras tu enemigo pasar !
!Que refranes más significativos ! ¿ Verdad ? todo me lo dice con refranes e historietas, cuando me siento triste me acerco a ella, y......! Que buenos consejos me da mi tía abuela Encarna ! mirad que historia me dijo acerca de estos refranes:


Un día , la mano izquierda le dijo a la mano derecha, : mira, nosotras trabajamos todo el día, mientras el estómago no hace nada. Las piernas escucharon y dijeron tienes razón, nosotras también estamos cansadas caminando todo el día, para comprarle alimentos al estómago, la mano derecha gritó : ! hagamos huelga ! no mas comida para el estómago, que se las arregle como pueda.

Entonces habló el estómago:- Amigos discurrís muy mal, nuestros trabajos y cualidades son muy diferentes, pero la verdad es que dependemos mucho los unos de los otros,

los brazos gritaron: - ! Cállate !, esos son los argumentos de un vago, desde ahora nada, nada, nada.

Pasaron unos días, _ ! Ay! - , que débil me siento, se quejo un brazo al otro. Yo también no sabes lo cansado que me siento. Las piernas también se quejaron, no podemos movernos, y todas las partes del cuerpo se encontraban mal.

entonces el estómago habló: yo también me siento muy débil , si me alimentáis, podré trabajar de nuevo, ! Vale la pena intentarlo ! Dijo la mano derecha, y así todos comenzaron a sentirse mejor.

entonces comprendieron que todos deben cooperar, si desean conservar su salud, cuando uno sufre, todos los demás sufren con él , y cuando uno recibe atención todos se alegran con él , y cuando una persona te necesita, se debe acudir a él , porque algún día, puede ser al contrario.

sábado, 19 de febrero de 2011

La ratonera





Un ratón mirando por un agujero de la pared ve al paje y a su mujer abriendo un paquete. Rápidamente pensó: "¿Qué tipo de comida podrá haber allí?"

Quedó aterrorizado, cuando descubrió que era una ratonera. Fue al patio de la casa a advertir a todos:"¡Hay una ratonera en la casa,... una ratoneraaa!"La gallina que estaba buscando sus lombrices en la tierra , cacareó y le dijo:"Disculpeme Sr. Ratón; entiendo que sea un gran problema para usted, pero a mí no me perjudica en nada, ni me molesta!"

El ratón se llegó hasta el cordero y le dijo:"¡Hay una ratonera en la casa!""¡Discúlpeme, Sr. Ratón, pero no veo nada que pueda hacer, a no ser orar. ¡Quédese tranquilo, usted está en mis oraciones!"

El ratón se fue hasta donde estaba la vaca, y ella le dijo:-"¿Qué me dice Sr. Ratón, una ratonera? ¿Estoy en peligro por casualidad?" Creo que no...

Entonces el ratón se volvió a la casa, cabizbajo y abatido, para encarar sólo la ratonera del paje.

Aquella misma noche se escuchó un ruido, como el de una ratonera agarrando a su víctima. La mujer del estanciero corrió a ver qué había en la ratonera. Pero, en la oscuridad, no vió que la trampa había agarrado la cola de una víbora venenosa. La víbora la mordió.

El paje la llevó corriendo al hospital. La mujer volvió con fiebre. Todo el mundo sabe que para alimentar a alguien que tiene fiebre, nada mejor que un buen caldo de gallina.El hombre entonces tomó un cuchillo y fue a buscar el principal ingrediente: la gallina. Como la enfermedad de la mujer continuaba, amigos y vecinos vinieron a verla. Para alimentarlos, hubo que matar al cordero. Pero la mujer no resistió, y acabó falleciendo.

Muchas personas vinieron al funeral. El pobre hombre, muy triste y agradecido por la solidaridad, resolvió matar a la vaca para darle de comer a todos.La próxima vez que oigas decir que alguien está delante de un problema, recuerda que cuando hay una ratonera en la casa... ¡toda la granja corre peligro!¿Se dieron cuenta quién se salvó?

domingo, 13 de febrero de 2011

Construir un puente





No hace mucho tiempo, dos hermanos que vivían en granjas adyacentes cayeron en un conflicto. Este fue el primer conflicto serio que tenían en 40 años de cultivar juntos hombro a hombro, compartiendo maquinaria e intercambiando cosechas y bienes en forma continua.
Esta larga y beneficiosa colaboración terminó repentinamente.
Comenzó con un pequeño malentendido y fue creciendo hasta llegar a ser una diferencia mayor entre ellos, hasta que explotó en un intercambio de palabras amargas seguido de semanas de silencio.

Una mañana alguien llamó a la puerta de Luis. Al abrir la puerta, encontró a un hombre con herramientas de carpintero. "Estoy buscando trabajo por unos días", dijo el extraño, "quizás usted requiera algunas pequeñas reparaciones aquí en su granja y yo pueda ser de ayuda en eso".

"Sí", dijo el mayor de los hermanos, "tengo un trabajo para usted.
Mire al otro lado del arroyo aquella granja, ahí vive mi vecino, bueno, de hecho es mi hermano menor".

"La semana pasada había una hermosa pradera entre nosotros y él tomó su bulldozer y desvió el cauce del arroyo para que quedara entre nosotros".

"Bueno, él pudo haber hecho esto para enfurecerme, pero le voy a hacer una mejor. ¿Ve usted aquella pila de desechos de madera junto al granero?"

"Quiero que construya una cerca, una cerca de dos metros de alto, no quiero verlo nunca más."

El carpintero le dijo: "Creo que comprendo la situación.
Muéstreme donde están los clavos y la pala para hacer los hoyos de los postes y le entregaré un trabajo que lo dejará satisfecho."

El hermano mayor le ayudó al carpintero a reunir todos los materiales y dejó la granja por el resto del día para ir por provisiones al pueblo.

El carpintero trabajó duro todo el día midiendo, cortando, clavando.
Cerca del ocaso, cuando el granjero regresó, el carpintero justo había terminado su trabajo.

El granjero quedó con los ojos completamente abiertos, su quijada cayó. ¡¡¡No había ninguna cerca de dos metros!!! En su lugar había un puente . ¡¡Un puente que unía las dos granjas a través del arroyo!!- Era una fina pieza de arte, con todo y pasamanos.

En ese momento, su vecino, su hermano menor, vino desde su granja y abrazando a su hermano le dijo: "Eres un gran tipo, mira que construir este hermoso puente después de lo que he hecho y dicho!!".

Estaban en su reconciliación los dos hermanos,cuando vieron que el carpintero tomaba sus herramientas. "No, espera!", le dijo el hermano mayor. "Quédate unos cuantos días. Tengo muchos proyectos para ti", le dijo el hermano mayor al carpintero.

"Me gustaría quedarme", dijo el carpintero, "pero tengo muchos puentes por construir".

jueves, 10 de febrero de 2011

CINECITO " Cher Amí "

¡Felicidades Laura!


TRABAJO GANADOR








Nuestra
compañera
Laura Hernández de 5º curso, ha sido la ganadora del concurso:
" Sonrisas Para Aprender"
.






La felicitamos desde aquí, con todo el cariño que le tenemos.





¡ Enhorabuena!

miércoles, 2 de febrero de 2011


PENSAD EN ESTO, ES IMPORTANTE.

En cierta ocasión, un hombre se acercó a Sócrates y le dijo:

-Tengo que contarte algo muy serio de un amigo tuyo.

Sócrates le miró profundamente con sus ojos de sabio y le preguntó:

-¿Ya pasaste lo que me quieres contar por la prueba de los tres coladores?

-¿Qué prueba es esa? -le dijo desconcertado el hombre.

-Si no lo sabes, escúchame bien. El primero de los tres es el colador de la verdad. ¿Estás completamente seguro de que es cierto lo que me quieres contar?

-En realidad, seguro, seguro, no. Creo que es cierto porque lo escuché de un hombre muy serio, que no acostumbra decir mentiras.

-Si eso es así, con toda seguridad que no lo pasaste por el segundo colador. Se trata del colador de la bondad.

El hombre se sonrojó y respondió con timidez:

-Ciertamente que no.

Sócrates lo miró compasivamente y siguió diciéndole:

-Aunque hubieras pasado lo que quieres decirme por estos dos primeros coladores, todavía te faltaría el tercero, el de la utilidad. ¿Estás seguro que me va a ser realmente útil lo que quieres contarme?

-¿Util? En verdad, no.

-¿Ves? –le dijo el sabio-, si lo que me quieres contar no sabes si es verdadero, y ciertamente no es ni bueno ni provechoso, prefiero que no me lo digas y lo guardes sólo para ti.

Habla sólo lo positivo de los demás para que se sientan aceptados, valorados, respetados. Palabras que animan, que siembran confianza, que tumban prejuicios y barreras, que calientan corazones. La palabra puede herir o animar, desanimar o entusiasmar, ser látigo o caricia. Combate las ideas preconcebidas, borra los prejuicios, limpia las mentes. No juzgues a los demás si no quieres ser juzgado.

Urge una educación que recupere la palabra como comunicación del respeto, la amistad, la verdad. Hoy se miente mucho y sin el menor pudor. La publicidad y la retórica de los politiqueros han hecho de la mentira la clave de su éxito. Vivimos en un mundo de charlatanes, atrapados en el sonido de sus palabras huecas. Por ello, es urgente devolverle a la palabra su valor. Educar para que la palabra sea expresión de vida, compromiso.

Evita toda palabra que hiera, combate con tenacidad la cultura del grito, la ofensa y el chisme. Es muy difícil sanar un alma herida por el maltrato o reparar el buen nombre y la fama pisoteadas por mentiras y chismes:

Había una vez un joven que tenía muy mal carácter y se la pasaba siempre bravo. Un día, su padre le regaló una bolsa de clavos y le dijo que, cada vez que perdiera la paciencia, clavara uno de ellos detrás de la puerta.

El primer día, el muchacho clavó 37 clavos y un número parecido los días siguientes. Poco a poco, a medida que pasaban las semanas, el joven fue aprendiendo a controlar su carácer, pues se convenció que era más fácil dominar su mal genio que seguir clavando clavos detrás de la puerta.

Llegó por fin el día en que no se puso bravo ni una sola vez con lo que ese día no tuvo que clavar ningún clavo detrás de la puerta. Cuando se lo contó feliz a su padre, este le sugirió que, en adelante, cada día que lograra controlarse por completo, arrancara uno de los clavos que había colocado en los días anteriores detrás de la puerta.

Fueron pasando los días y el joven pudo finalmente anunciarle a su padre que ya no quedaban clavos por retirar de la puerta.

Su padre lo tomó de la mano, lo llevó hasta la puerta y le dijo:

-Te has esforzado muy duro, hijo mío, por controlar tu carácter. Te felicito. Pero mira todos esos huecos en la puerta. Ya nunca más será la misma. Cada vez que pierdes la paciencia y tratas a alguien con enojo, dejas cicatrices en su alma, exactamente como las que ves en la puerta. Es verdad que puedes ofender a alguien y luego retirar lo dicho y hasta pedirle disculpas, pero la cicatriz queda en el alma.